Gris sobre
gris como la sombra de los edificios amordazando una calle en invierno sobre
New York. Ni el tumulto, ruidos, dramas de ciudad severa te albergan, la
velocidad férrea corrompe las caras que se reflejan en el aluminio de los
vagones pasajeros, muchísimo transito, ni un sentimiento.
Lenguajes múltiples,
historias sin fin, estructuras sobre estructuras, luces, siluetas que aun no
logran silenciar ecos fúnebres muy recientes, medios esqueletos, medios
difuntos, parcialmente vivos.
Todos querían
una mordida de la manzana la cual no sabían estaba cargada de cianuro, y tanto cemento
y tantos tormentos.
Casi
ninguno supo cuando celebro ya que estaba listo para salir en ese justo
momento, saliendo como héroes derrotados, por puertas traseras de luces apagadas
y camerinos sombríos, cual títeres olvidados dentro de algún cajón del circo
del fracaso.
No
entiendes dentro de el camuflaje así tampoco las insignias y señales que te
explican meticulosamente donde estas o como llegar, te diste cuenta al ultimo
Segundo que no eras tu.
Abrigos
negros, oscuros, pardos, humo sale de las bocas presurosas estación tras estación,
todos miran, bufandas encadenadas perfilan los patrones monocromáticos.
Nieve
sutil, ligera, hiriente, blancura pasmosa portadora de densidad asfixiante,
cortadora de piel y huesos.
Mirar
lejos, subir la vista alto mas alto, observar dentro de seres de tinieblas que
fueron personas por un instante.
Agua purpura
dirigida por corrientes que no se ven y con fuerza inadvertida te ahogan súbitamente
sin preguntar, estando a su merced.
Ciudad
telaraña, red, lugar trampa, historia de la libertad cautiva, sonata del odio.
Proverbio cínico,
impuesto por pagar.
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