Por vez primera
sientes el miedo como el niño en su primer grito expandes una moción
desconocida cual lo desconocido no acomodas, sin hábito, patrones o
explicaciones.
Surgen las frases,
nadie te salva, no hay opciones, como un muro de Berlín dividiendo criterios y
territorio no tienes donde pararte.
Tu actitud es tu
enfermedad terminal, tu Verdugo sin plazos, sin términos medios, ya no existen
posibilidades entre tu forma de ver las cosas y los demás.
Una pila de metales
corroídos, lote abandonado sin registro, tus ojos atomizados, muy ligeros,
ausentes, distanciado.
Reverso, repulsivo e
incorrecto, un árbol sin raíces, un escenario vacío.
Corazón encriptado en
dilemas detonan en cada movida de lengua un gremio germinado en tiempo
indefinido.
Color mate, excusa
cruel, sentiste el dulce sabor de la caída libre, mitad del trayecto.
Inmóvil, metástasis de
la gravedad, ex-astro, fuera de la organización y del rito.
Ah, y un circo crudo,
brutal, un circo Romano.
Oh, tormenta perdida.
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