Wednesday, May 25, 2016

Entregamos

Me resulta muy peculiar el vicioso acto de felicidad de los payasos, el morbo que cargan sus sonrisas enloquecidas cuando miran y entretiene ya sea en íntimos actos familiares o grandes foros. Extrañamente pienso que son las figuraciones mas sinceras por estos días virtuales y ausente. Disfrutan con éxtasis sus regresiones infantiles entre mofas y carcajadas comprometidas en aplausos comprados.

Sus rostros pintados de multicolor, esos atuendos exagerados asemejan extensiones físicas de  construcciones mentales canceladas, que estallan violentas y repentinas al exterior cual exoesqueletos sorprendiendo al observador siempre algún niño llora espantado y uno que otro adulto se desilusiona y se marcha.

Inusualmente se destacan por sus inmensos zapatos que les dificultan el correcto caminar y utilizan para patear y destrozar todo a su alrededor, Tal parece que a su volátil y rota rutina fuera de simetría o coordinación solo estos los atan al suelo de este mundo catastrófico en el cual solo se sonríe en cada vez mas cortos ratos.

Me silencio la cruda imagen detrás de camerinos y carpas, mas allá de los camiones de carga sin los zapatos, ni los atuendos agigantados, gris, sereno a maquillaje medio gastado su nariz roja rodaba entre varias botellas vacías en el cemento. Cual sacerdote fracasado en su intento de emancipación de gente inanimada, carentes, y robotizadas.

Recostó su cabeza y cerro los ojos.



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