Sunday, September 8, 2013

Cactus en Siberia


Estas mirando una imagen borrosa, esperando un tren que no pasa, te sientes como un cactus en Siberia, un alma fuera de su cuerpo, la verdad que nadie cree.

No encajas, eres anestesia, tu fuerza no es descomunal, mueves los ojos apenas, la actualidad te da igual, no sabes la fecha, todas las vías te llevan al mismo lugar.

No preguntas nada, sabes muy poco lo que sucede, alejada de la mayoría de las cosas por que son tantas, por que están hay y siempre te repites que si pudieras las harías.

La iniciativa te jugo mal y ya no es tu amiga, la suerte es una religión cuyo dios te es ajeno, estas convencida que la gente te habla y no los entiendes, estas de pie y frente al TV esperando por el Prime Time.

Permaneces en una quietud intolerante atada a una gran nubosidad mental que te arrastra como dos radicales olas que chocan entre si, armónico caos.

Auto marginada, exiliada voluntaria que lanza aullidos a un satélite inmóvil que no gira en ninguna dirección, jurando cambiar.

Suena como un crimen que te desechaste a ti misma, como un tratado de desventajas secuenciadas, un martirio creado muy artificial.

Ahora te diste cuenta que el sol no bajaría para calentar, que las puertas permanecen clausuradas, eres un forcé social, una raíz en dirección opuesta.

Y cada vez que te asalta el miedo sonríes por la carga de tanta ignorancia que llevas contigo, por que otra cosa no puedes hacer sumergida en el pantano del desconocimiento.

Y si se dieran cuenta que ríes por miedo y no de alegría que las carcajadas son irónicas y tristes las del payaso del fracaso.

Limitada por ti misma de manera estoica en retroceso a pasos gigantes, hay una tasa y su aroma, una almohada sin sabanas, algunos destellos de luz vespertina, calma mucha calma y regresas a la inmovilidad.

Como tu silueta torcida de revés. 

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